miércoles, septiembre 13, 2006

Compadre

Compadre
Siempre Así "Mahareta"
Discos de Arte CDA 2001-94

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Temo que la vida es corta, para los demás. También temo que el calificativo que merece la vida terminada, de los demás, estará decididamente influido por la coyuntura de ese momento en el que termina. Igualmente temo que la valoración final y el recuerdo que permanecerá dependerá del modo en que termine.

Tómese un bebé o un niño. Todos coincidirán en que su vida fue corta, sin dubitaciones. Mera cuestión de cuenta de años. Pero superando esa premisa, también será corta la de un joven: tantas cosas por vivir. Cosas que quien así juzga ha vivido, y concluye que a aquél le fueron privadas. En el escenario contrario, el joven concluirá que cualquier carencia de la persona madura cuya vida ha terminado es justificativo suficiente para desear que hubiera vivido más, al menos para remediarla. En cuanto los ancianos nada varía; siempre le desearán haber llegado a su próximo cumpleaños, a conocer a su nieto, al próximo año nuevo o al día siguiente. Al parecer nadie tiene suficiente. Al menos yo no he escuchado decir de alguien que vivió lo justo. He escuchado resoplos de alivio por el enfermo, a quien inclusive se ha deseado menos tiempo de sufrimiento; también el lamento de alguien quien ha vivido de más, como el que sobrevive a sus hijos.

El calificativo es también de lo mas impredecible cuando termina. Buena vida, mala vida, vida plena, puta vida, vida de sufrimiento, perra vida, vida desperdiciada, desdichada vida, pobre vida, pare de contar. Pero lo que siempre, en mi criterio, resumirá la vida, será el mismo calificativo que se le dió justo antes de morir. ¿Por qué? Sencillo, quien va a fajarse con una valoración completa, es más, a quien le importa. Que pérdida de tiempo.

La vida es una. Que pendejada. ¿Y quién quiere dos? La gente se pasa la vida pensando lo que haría distinto si tuviera la oportunidad, sin reparar en que cuando se llega a la necesidad de ese pensamiento cualquier cosa que se crea hubiese funcionado mejor, va a ser otro error, garantizado, y seguramente peor.

Lo único seguro en esta vida es la muerte. Otra pendejada más. Estoy plenamente convencido que de reunir a la gente que aprecio, y nótese que no digo toda la gente que aprecio, con un buen trago o uno malo, seguro la voy a pasar del carajo; inclusive estoy seguro que un sinúmero de situaciones pueden hacerme sentir miserable. No necesito referirme a la muerte para estar seguro de algo.

Vive cada día como si fuera el último. Acá no puedo generalizar, y no es que tenga derecho, sapiencia o condición superior para haberlo hecho antes, pero se me antojó pues: si vivo cada día como si fuera el último, créanme que será el último día de mi vida. Esto no lo entiendo todavía. No entiendo la angustia del último día en la vida.

No voy a referirme en lo mas mínimo a la costumbre de cuestionar la vida de otros. Yo no voy por allí. No me interesa ni me preocupa como viven los demás su vida. Ya tengo bastante con la mía, y como les dije antes, no quiero dos.

Y ya que me cansé de tanto sinsentido, me largo a preocuparme por no arrepentirme de las cosas que hago, no por las que dejé de hacer: no quiero perder mi tiempo en sueños ni en recuerdos.

Siéntanse en plena libertad de pensar que el pendejo soy yo, que yo seguiré escuchando Compadre cada vez que lo piensen y hasta que me sangren los oídos.

"...y muere si hace falta por el beso que te dan, no por los que te dieron ni por los que te darán..."

3 Comments:

Blogger Verónica E. Díaz M. said...

Muy cierto compadre... preferible resucitar en cada beso real... saludos

septiembre 19, 2006 10:42 a. m.  
Blogger Verónica E. Díaz M. said...

Esto más bien parece trabajo. No entiendo :-S

octubre 03, 2006 10:23 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

salud, maestro

octubre 24, 2006 12:51 p. m.  

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